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Cada separación repercute en los hijos que son los que sufren las consecuencias.
Un divorcio produce dramáticos cambios. No sólo el matrimonio se
disuelve sino que puede cambiar el estilo de vida y el status social de la
familia y hasta se suelen perder los amigos comunes.
Al disminuir los
ingresos y descender de posición social, tal vez sea necesario cambiar a los
chicos de colegio, tener que vivir en otra casa en otro barrio; además de tener
que privarse de muchas cosas a las cuales estaban acostumbrados y de sufrir los
hijos la ausencia del progenitor que se va.
Si el ausente es el padre,
ocurre con demasiada frecuencia que posteriormente adopte una postura fría y
distante con los hijos.
Un matrimonio se separa por múltiples razones, no
por una sola.
Hasta ese crucial momento las cosas se fueron tornando
cada vez más insostenibles que al fin llega a estallar en una última discusión,
que puede ser violenta o no y que es la que define la situación
Por lo
general, los hijos tienden a culpar al progenitor que se queda con ellos,
cualquiera sean las causas que provocaron la disolución del vínculo; pero además
se sienten ellos culpables si se muestran deseosos de ver al que se ha ido,
frente al que se ha quedado, como si estuvieran traicionándolo.
Sabemos
que los hombres son capaces de vivir sin ver a los hijos y tal vez hasta los
consideren responsables de la situación. Porque no hay duda que un hogar cambia
cuando vienen los hijos y no todos están preparados para enfrentarlo.
Son
pocas las mujeres que no desean tener hijos y muchos los hombres que no les
interesa la paternidad.
Por eso es importante que en una pareja los dos
estén de acuerdo para decidir ser padres y que se comprometan responsablemente a
colaborar de todas formas.
Cuando el progenitor forma una nueva pareja, a
veces las cosas se agravan ahondándose aún más el distanciamiento.
Un
hombre puede sentir que no ver con frecuencia a sus hijos le hace a él más fácil
el desprendimiento, con la ilusión de comenzar una nueva vida dejando atrás al
pasado y sus obligaciones, que se han multiplicado por dos.
Por otro
lado, la nueva pareja de ese padre, puede tratar de favorecer esta situación tal
vez por el temor a que un trato fluido familiar pueda provocar una
reconciliación con la ex esposa.
Cuando la mujer que ha sido abandonada
con los hijos, comienza una nueva relación de pareja, es un hecho que los ex
maridos aprovechen para poner obstáculos y se nieguen a cumplir con la cuota de
manutención.
Si una mujer se separa y continúa dependiendo de su ex
marido para la subsistencia, tiene que aceptar que esas condiciones la limitan,
hasta tanto se resuelva todo legalmente. Mientras tanto, lo más conveniente es
ser discreto y no blanquear ninguna relación hasta tanto se haya asegurado el
sustento.
Parece injusto y lo es, pero el que depende económicamente de
otro, tiene que aceptar que pocos hombres están dispuestos voluntariamente a
continuar manteniendo sus hogares cuando hay otro hombre; y es por esta misma
razón que existen los juicios de divorcio.
En una separación conyugal no
hay culpables, sólo dos seres que se amaban y que inexplicablemente se
comenzaron a odiar.
A veces, el mismo motivo que une a una pareja es la
que luego los separa, cuando el amor se ha idealizado y se basa en las
apariencias sin llegar a atravesar las máscaras.
Otras veces es adoptar
la decisión más fácil, la de huir de los problemas para después reiterarlos en
su convivencia con otras personas.
Por eso mucha gente fracasa una y otra
vez, porque elige siempre el mismo perfil de pareja y se comporta con ella de la
misma manera. De modo que cambiar de pareja no parece ser la mejor solución,
porque en definitiva el que tiene que cambiar es uno mismo. cumplir con la cuota de
manutención.
Si una mujer se separa y continúa dependiendo de su ex
marido para la subsistencia, tiene que aceptar que esas condiciones la limitan,
hasta tanto se resuelva todo legalmente. Mientras tanto, lo más conveniente es
ser discreto y no blanquear ninguna relación hasta tanto se haya asegurado el
sustento.
Parece injusto y lo es, pero el que depende económicamente de
otro, tiene que aceptar que pocos hombres están dispuestos voluntariamente a
continuar manteniendo sus hogares cuando hay otro hombre; y es por esta misma
razón que existen los juicios de divorcio.
En una separación conyugal no
hay culpables, sólo dos seres que se amaban y que inexplicablemente se
comenzaron a odiar.
A veces, el mismo motivo que une a una pareja es la
que luego los separa, cuando el amor se ha idealizado y se basa en las
apariencias sin llegar a atravesar las máscaras.
Otras veces es adoptar
la decisión más fácil, la de huir de los problemas para después reiterarlos en
su convivencia con otras personas.
Por eso mucha gente fracasa una y otra
vez, porque elige siempre el mismo perfil de pareja y se comporta con ella de la
misma manera. De modo que cambiar de pareja no parece ser la mejor solución,
porque en definitiva el que tiene que cambiar es uno mismo.
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